Me levanté muy temprano y me vi dispuesta a dar un paseo. Comenzaba el otoño y los árboles tejían poco a poco una alfombra de colores de distintos tonos y que hacían crujir bajo mis pies las hojas secas recién caídas.
No había mucha gente, solo personas que se dirigían a su trabajo y otras que ,como yo, ya habían dormido lo suficiente y necesitaban refrescar sus ideas bajo la briza suave le la mañana. Algún que otro pajarillo revoloteaba y nos daba los buenos días con su particular trino.
Al fondo, veo a un anciano sentado con la mirada fija en el suelo, me dió una sensación un poco rara, me acerque a él y con unos ¡buenos días! me senté a su lado.
Levantó la cabeza y encontré sus ojos llorosos. ¿,Que le pasa ,se encuentra mal? No, no, me contestó, de forma inmediata, me encuentro bien, gracias, solo que estaba recordando.
Pues tendrá mucho que recordar, y la mochila de su vida tiene que estar bastante repleta de acontecimientos y buenos momentos, me miró y con una leve sonrisa me dijo: si muchos , una larga vida, pero hace unas semanas la cerré y ya no quiero seguir guardando nada en ella.
No diga eso hombre, seguro que tiene cosas que seguir guardando.
Hasta hace unas semanas cualquier motivo que me daba la oportunidad de sentirme vivo me hacia feliz y lo sumaba a mis recuerdos, pero ya no, la cerré y ya no quiero acumular nada sin Ella.
Mi mujer y yo hicimos crecer un gran árbol de amor que abrió sus ramas y acogió a nuestros hijos y nietos, ofreciéndonos una gran cosecha de frutos convertidos en momentos de amor y tambien de tristeza que sirvieron para enseñarnos, porque no decirlo. Recuerdos que brotan de mi mente cada vez mas confusa y que no quisiera olvidar.
¡Lo siento de veras! Si no le importa me gustaría seguir solo y no se preocupe estoy bien.
Por supuesto, me he alegrado estar estos minutos con usted y que Dios le ayude a poder encontrar la forma de abrir, de nuevo, esa mochila y de seguir guardando recuerdos.
Que tenga un buen dia.