Si somos conscientes de nuestras limitaciones y virtudes la opinión de los demás sobra para saber como somos. No tenemos necesidad de demostrarlo.
Cuando nos aceptamos tal y como somos, no necesitamos que nadie nos apruebe o suspenda, no sentimos el deseo de imitar a nadie ,solo nos limitamos a hacer las cosas de acuerdo con nuestros propios criterios.
Sabemos que existen personas muy perfectas y rayan con el perfeccionismo y hasta se obsesionan y creo que tienen que sufrir mucho comportándose de esta forma.
Se sienten hasta orgullosas de ser así y no saben que ellas misma se están provocando una vida equivocada y dolorosa
Cuando tenemos tareas que realizar lo primero que debemos hacer es establecer una lista de prioridades, comenzando por la mas importantes.
Un paseo con tu hijo o tu nieto intercambiando anécdotas y risas está antes que dejar este tiempo para ordenar la ropa.
Una charla con las amigas y pasar una tarde de convivencia está antes de dar brillo al suelo.
Una hora de lectura, seguro que la podemos sacar a cambio de estar haciendo algo que al día siguiente va a estar igual.
Estas personas perfectas siempre padecen de culpabilidad ya que si no hacen o dejan las cosas, tal como ella se exigen ,no se sienten satisfechas.
Se puede evitar esto no siendo excesivamente exigentes con uno mismo ni con los demás, actuando de forma natural y relajada.
Esto es una tarea personal y que solamente, de manera individual, se puede solucionar.
Hay que gozar de los momentos bellos y bonitos que el día nos brinda y no dejarlos pasar porque “...tengo que tener perfecta la casa....”
¡ Quizás mañana ya no tengas la oportunidad !