Nunca has paseado en un atardecer de mayo cuando las flores y el azahar se hacen los amos del viento que tocan tu cara y acarician tus manos, como el amante que dulcemente toca las de su amada. Cuando respiras todo tu cuerpo se llena de ese aire que sabe a rosas y si miras al cielo te parecerá mas hermoso que nunca y mas azul.
A lo lejos oyes como el agua de la fuente al caer, contra su lecho, llora porque no puede salir y correr y correr y tu que paseas oyes su llanto como música que nos brinda generosa y afable.

En esa tranquilidad, en esa armonía de cielo, flores y canto, ahí, ahí es cuando yo cogiendo tu mano, soy inmensamente feliz.
