Estaban los tres sentados, muy juntitos, Lucas, Yessica y Leo.
La habitación inmaculada y con una luz que hacia parecer que el espacio era infinito.
Al fondo, una puerta, sin cerradura, que se abría y cerraba silenciosamente.
¿Cuando nos tocará? Dijo Lucas, estoy muy a gusto aquí y no quiero irme.
¡Como puedes decir eso Lucas! contestó Leo, cuando salgas tendrás la oportunidad de ver cosas nuevas, de aprender, de rodearte de seres queridos, ¡No sabes lo que estas diciendo.!
De pronto la puerta se abre y el mensajero llama a Lucas y le indica que tiene que salir.
Con tristeza se despide de sus amigos con un beso y atraviesa la puerta, desapareciendo a lo lejos.
¡Que suerte ha tenido, ya lo han llamado! Grito Leo.
¿Suerte dices? Responde Yessica. Yo tampoco me quiero ir, estoy muy tranquilita aquí.
Pero, que dices, al salir te encontraras con otros horizontes, otras ilusiones
y tendrás por delante un camino que recorrer lleno de perspectivas y oportunidades.
Por favor, Yessica, piensa en eso, como no vas a querer salir.
Nuevamente la puerta se abre y un nuevo personaje llama a Yessica y le da
la mano dirigiéndola hacia el exterior.
¡Que suerte han tenido mis dos amigos! ¿Cuando me tocará?
Pasados unos minutos ,observa temblando de inquietud, que la puerta vuelve a abrirse. Me llamaran esta vez a mi, pensó lleno de inquietud.
Leo ven, le indican desde la puerta.
¡Ya me ha tocado, que ilusión!. Leo, con pasos que casi no tocaban el suelo,
con su cara de alegría y asombro, se dirige hacia la puerta, su corazón late lleno de curiosidad. Ya voy a salir, ya voy a poder realizar mis sueños, ya voy a ser feliz, decía mientras se aproximaba a la puerta.
Cuando a penas faltaban unos pasos para llegar, la puerta se cerró delante de sus narices .
Unas palabras, que sin comprender su significado, calaron en su pequeña alma, cuando escuchó decir:
Lo siendo Leo, no vas a salir, tu madre ha decidido abortar.